Quizás la clave sea recuperar la frescura de un niño que sueña con tocar las estrellas, ellos no sienten tristeza ni decepción al tumbarse de cara al cielo a contemplarlas desde lejos, cada destello de luz por más pequeño que sea a sus ojos, retumba en el fondo de su corazón iluminando el deseo, reavivando el entusiasmo. Entonces, su felicidad es pura y enorme, porque para ellos, aún estando a millones de kilómetros...todo es posible.
Nunca olviden que fueron hechos para ser felices! Sueñen con todo su corazón y con todo su corazón... háganlo realidad.
Soy pablo, soy en ti...
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